miércoles, 14 de diciembre de 2016

Haberlas, haylas

Estaba sentada, con mi almohada entre las piernas, porque me gusta tener un almohada de no dormir, de tener en brazos, pensando sobre las señales. Porque haberlas, haylas.

Hace unos años, estaba sentada con un buen amigo al que vamos a llamar R. Estábamos en uno de esos bares que seguro que tiene otro nombre, pero en mi casa se conoce como Las Chicas, y que desde luego no es el bar al que uno entra a tomar un café casi nunca, pero ese día, sí R y yo nos sentamos a tomar un café. El suyo con leche, cortado, el mío sólo con hielo. No recuerdo como el giro de la conversación nos llevó a esa frase que dije de modo casual, mirando mi taza: Me inicio el mes que viene.

Decir que R se enfadó es mucho decir, pero sí recuerdo su cara, el tono de su voz grave mientras me preguntaba dónde y por qué. Luego tras un silencio nada incómodo, porque con R es difícil que el silencio se haga incómodo, me dijo que yo no necesitaba que nadie reconociera nada de lo que ya sabía y hacía.

No era por eso. R no lo entendía muy bien. Tampoco yo podía explicarlo en realidad. Pero R me hizo pensar en ello muchas veces esa noche, aunque el tema de la conversación divagó a otros temas. Y pese a que R se inició un tiempo después en otra Tradición, nunca más hablamos de ello.

En esa noche, acostada en una cama que no era la mía, pensé mucho en esa charla, y pedí una señal, algo que me confirmara que daba el paso que los Dioses querían de mi, saber que estaba en el camino correcto. Y soñé.

El sueño, que no vamos a entrar a detallar hablaba de muchas cosas, algunas señales evidentes o eso me parecieron. Señales de ese paso. Señales de otras cosas que sólo el tiempo ha ido esclareciendo, porque aunque las hay, las señales se entienden, o yo las entiendo, mejor a toro pasado.

Estaba pensando en esto, porque ahora, busco una señal, algo que de verdad me diga: salta de una vez. Para que cuando lo haga, me estrelle o no, sepa que tomé la decisión correcta para ese momento y ese lugar.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Unas palabras

Hace muchos años, puede que no tantos, mi abuela arrancó a hablarme sin que yo hubiera dicho nada antes. Recuerdo que hacía mucho frío ese día, y yo estaba realmente contenta porque había llovido. Ella me miró, con esos ojos que han visto pasar más de 9 décadas y me dijo algo como: “Nunca corras detrás de la gente que ya sabe dónde estás”.

Entonces, debo reconocerlo, no la entendí. Nunca he sido una persona de esas que corren tras otras, temiendo perderlas. Tampoco lo había pensado nunca después, porque son de esas cosas que uno olvida y, luego, un buen día, te despiertas y lo recuerdas sin motivo aparente.

Nunca corras detrás de la gente que ya sabe dónde estás.

Pues sí.

jueves, 11 de agosto de 2016

Perséidas

Salgo descalza como cada noche a regar el patio. La Luna me guiña el ojo encima de los tejados. Como todas las noches busco Sirio, luego Orión con su cinturón e Ingolube, el Dragón, Casiopea… ahí están la Osa Mayor y la Osa Menor, y las Perséidas, que caen sobre el manto oscuro. Me pregunto cuántas personas hoy miran al cielo en busca de una de esas Perséidas, y se olvidan de mirarlo cada noche, sin saber que el cielo es siempre un espectáculo maravilloso. Riego las plantas, le guiño el ojo a Sirio, y regreso dentro, maravillada de la existencia, sabiendome afortunada por no tener que mirar al cielo sólo en un día especial.

viernes, 5 de agosto de 2016

La caída de la noche


La caída de la noche despierta mil sonidos nuevos, ajenos a la luz que se mueve en los días y sus sombras.

Es en ese momento, en que todo el mundo duerme, cuando los sentidos se agudizan y las almas se comunican. A veces en sueños, a veces en ensueños.

Y es que hay una magia especial, cuando el astro rey se despide en el horizonte, y lo tiñe todo de naranjas que se evaporan en el canto de los pájaros que se acurrucan en las ramas de lo árboles dormidos.

A la caída de la noche, cuando los párpados ya no soportan más tiempo abiertos, y en noches como estas, en las que duermo como si el fin del mundo estuviera a unos minutos, pienso justo antes de dormir: por favor, otra vez no.

Pero en mis sueños regreso, y veo otra vida, que no tendré, y vuelo alto, lejos, dónde los Dioses me muestran atisbos de verdades, mentiras, silencios y extraños momentos.

Justo antes de soñar, de caer en los brazos de Morfeo, que a veces me esquiva, pero ahora no, suspiro hondo, porque no entiendo. Y agradezco no entender. Y me pierdo en tus silencios obstinados, cargados de dolor y punzadas en el alma, y después… Sueño. Y al despertar, la maraña me puede, y voy tirando de los hilos de mis enredos, que no son pocos.

Y mientras algún Dios, susurra cosas que no comprendo del todo, intento buscar la luz, esa que se enciende en todos, a la caía de la noche.

jueves, 4 de agosto de 2016

Tras el velo

Mueve el velo. Desliza con cuidado la suave tela de la existencia hacia un lado, y entonces observa.
Dicen que cuando somos capaces de salir de nuestro Yo, y permitir al Universo que cale y se manifieste, los caminos se hacen claros, y uno puede por fin ver con la infinita luz de los miles de soles que se extienden por toda la existencia. Será verdad…

Mueve el velo.

¿Qué puedes ver? Alguien me preguntó hace tiempo si yo quería ver el futuro. No, no quiero. Me inquieta, claro, me preocupa en ocasiones, me proyecto a valorarlo… pero decía mi amigo C. que el futuro es utopía, y yo añadía en voz muy baja “porque depende de la entropía”. Es una cosa que hago a menudo, añadir frases o comentarios en voz muy queda, para que nadie, ni el mismo Universo, pueda oírlas por si acaso se convierten en verdad.

¿Puedes verlo? ¿Puedes notar como cada disyuntiva te abre un abanico de posibilidades? Será mi signo zodiacal el que no me deja tomar decisiones, y cambiarlas cada segundo, y aunque yo sepa de sobra qué haré, me digo a mi misma que no, o que sí, depende la situación, mil veces al día. Será que me puede lo emocional.

Será, entonces, que una parte del velo es inamovible y sólo nos queda caminar…

lunes, 1 de agosto de 2016

Cuando la Diosa llega

Cuando la Diosa decide que ha llegado el momento de llegar, ya no hay nada que puedas hacer, decía un viejo amigo. Y tiene razón, porque ayer lo viví en mis carnes, después de un periódo largo de oscuridad, Ella llegó portando Su antorcha de luz, Rompedora de las cadenas que ataban. Sin piedad, haciendo honor a su título Brimo. Y es que, me he pasado la vida diciendo que no hay peor ataque el que autoimpuesto, o peor daño y distancia que los malentendidos; pero me olvidé de que sí hay personas con intenciones perversas, o a veces no perversas, pero sí dañinas, que por alguna razón, deciden tomarla con uno u otro.

Pero la Diosa no abandona a ninguno de sus hijos, como tampoco nos permite caer indefidamente. Puede que porque llevo unas largas semanas, recorriendo sus pasitos por los textos griegos y latinos, o porque estas semanas la he tenido más presente que de costumbre, si eso es posible, pero la realidad, es que llegó arrasando por todos los rincones de mi casa, mientas me hablaba en todas las partes de mi ser.

El trance, que a veces es tan dificil de soportar, era liviano, pero fuerte, porque se quedaba en mi todo el tiempo, y por mucho que luchaba por volver, las palabras brotaban sin control. Para mi y para otros, pero es lo que tiene estar sola, no recuerdo casi nada. Y aunque puse a grabar el audio, curiosamente no se registró nada… Cosas que pasan, diría mi amigo K.

Lo que me queda claro, es que Ella sabe cuándo, dónde y cómo. Y cuando llega, LLEGA.

jueves, 19 de mayo de 2016

De otras voces y otras vidas

Hace unos días, una persona me preguntaba sobre la gerontocracia y la relación que tenemos con la vejez. Esto venía a raíz de unas palabras que di en respuesta a otra persona muy querida en el programa de radio Voces Paganas el pasado año. Él, mucho más disciplinado que yo, -cosa para la que no hay que ser muy especial- había copiado el texto de mi intervención que dice: Creo que no se puede generalizar, ni decir si una sociedad avanza o se desarrolla en un sentido o en otro, porque siempre habrá quien no vaya en ese sentido. Yo siempre digo, y mis estudiantes del Templo se ríen, que sólo los peces muertos siguen la corriente. Entonces, creo que en general, la sociedad, no tiene una buena relación con la vejez, tendemos a pensar que las personas mayores ya son estorbos o que no rigen de la manera correcta, o que  ya han vivido, ya no pueden entender porque su bagaje quedó atrás y ya no pueden asumir determinadas cosas. No creo que todo el mundo sea así, no creo que sea tan sencillo (…) creo que hay gente que sí tiene esa capacidad de crecer y de seguir evolucionando, y convertirse precisamente en esos ancianos sabios, y creo que hay otra gente que no, pero que no se puede generalizar. Cuando nosotros en el libro hablamos de esa gerontocracia, hacemos un poco referencia a esto, a la diversidad, y a la necesidad que hay un poco de volvernos hacia los mayores de la manera correcta, o de entender de manera correcta, como son personas sapientes, que han desarrollado todo su potencial, y que tienen una experiencia maravillosa, que han tenido una vida, que nos dan mil vueltas, que tienen mil ideas, y todo lo que tú has pasado ellos ya lo han pasado antes, ya lo han vivido antes, y se nos olvida escucharlos en todos los aspectos en nuestra vida diaria, y en nuestra vida espiritual. Se nos olvida que ellos ya pasaron por eso.

Y es que, el bagaje que dejan nuestros mayores en la sociedad, en cada uno de nosotros es realmente importante. Son el comienzo de lo que somos ahora, porque sólo somos el continuar de sus caminos.

En cierta forma, somos hijos del pasado.

sábado, 30 de abril de 2016

Mi himno a Hécate

Hécate,
Reina Liminal de los Mundos,
Que habitas entre los Velos.
La del Poderoso Nombre,
Que hace temblar al Cielo,
Señora de las Serpientes,
Que aúlla con los Lobos
en las más oscuras noches.
Guardiana de las Puertas
Que llevan a todos los Espacios.
Portadora de la Luz de todo el conocimiento.
Trivia Diosa que camina descalza
Por senderos montañosos y sombríos.
Nacida Doncella, que reinas en el Inframundo,
el Cielo, las Aguas y la Tierra.
Resplandeciente,
Silenciosa,
Sepulcral,
Inconquistable.
Guía de las Almas,
Nutricia,
Coronada de Estrellas,
Amante Celeste,
Sagrada y Mistérica,
Escucha mi voz.

miércoles, 30 de marzo de 2016

Gira la Rueda

Cae la noche, y la Luna hace acto de presencia sobre mi casa.

Mientras estoy sentada en los escalones de la entrada, pienso en las noches que me he sentado a mirar la Luna, y a pensar el el girar de la Rueda.

Pienso en la oscuridad, generadora de la existencia, pues todo viene de la más profunda oscuridad, nos gestamos en un vientre oscuro, la semilla nace en la profundidad de la tierra, el huevo (o el Huevo, guiño, guiño) están en completa oscuridad. Y es que la luz, siempre aparece después, en todos los mitos, y por algo será.

Los ciclos se suceden, como el día sigue a la noche, porque si lo pensamos, todo es cíclico en la vida y la existencia, con más o menos acierto, la vida se repite en estos ciclos que giran. Vivimos situaciones parecidas, nunca iguales, aunque a veces nos lo parezca, porque hay un aprendizaje; pero la Rueda del año, gira trayendo momentos iguales que nos sintonizan con la vida y la naturaleza. Cuando pensamos en el por qué de cada festividad, pensamos en la vida que nuestros ancestros vivieron y cómo buscaron dar una explicación a todo aquello que les rodeaba.

Reocogerse, salir, plantar, cosechar, recogerse… Y aunque a veces, el cuerpo nos pide recogimiento en momentos de plena luz, la Naturaleza nos grita que este momento es de crecimiento. Es quizás la forma de la Existencia de recordarnos que hay un momento para cada cosa, y que cada cosa tiene su lugar.

Observo la Luna, y veo la Rueda. Pienso en todo lo que ha cambiado mi vida con su girar en los últimos meses, en las bendiciones, las puertas abiertas, las cerradas, los silencios obstinados, las risas y el dolor. En todo hay un aprendizaje.

Bajo la mirada de la Luna, regente de la noche, que da inicio y fin a todas las cosas, es cuando mi mente se activa.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Las llaves de Hécate

Hoy, nos han preguntado que significado tienen para nosotros las llaves, teniendo en cuenta que uno de los epítetos de Hécate hace referencia su faceta como Portadora de las Llaves.

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Para mi las llaves representan muchas cosas, obviamente tienen una función clara, la de abrir
las puertas, pero también las de cerrarlas y dejar tras ellas las cosas que valoramos y no nos gustaría que otros nos arrebaten; o sencillamente dejar atrás cosas que no queremos más en nuestras vidas. Las llaves para mi representan los inicios, las tomas de decisiones, los puntos finales… ya sé que suena contradictorio, pero es mi opinión personal. Con una llave en la mano tienes tres opciones siempre: abrir, cerrar y no hacer nada.  También me hablan de cercanía con personas concretas, porque las llaves sólo funcionan en sus propias cerraduras, es donde encajan. Finalmente, ¿estamos las personas buscando donde encajar en nuestras vidas? A veces, creo que sí.

Las llaves son además, y siempre desde mi punto de vista, una herramienta. Como todas las herramientas tiene muchos usos, ya depende de la habilidad de cada quien,  nos permite conectar distintos planos, activar y desactivar según qué energías, usarla como oráculo, para meditar, para trabajar aspectos concretos y sobre todo conectarnos a nosotros mismos. Y por supuesto, atraen y disipan todo tipo de cuestiones. Para mi condensan el poder de la potencia, es decir, tienen en sí mismas la capacidad de cambiarlo todo, ahora depende de lo que hagamos con ellas.

domingo, 17 de enero de 2016

Himno Órfico a la Noche



Cantaré a la Noche, engendradora de dioses y hom­bres, [la Noche es el origen de todo; también llamémosla Cipris] ; escúchame, diosa feliz, de oscuro resplandor, como el brillo de las estrellas, que disfrutas con la tranqui­lidad y la soledad que proporciona un sueño profundo; jovial, deleitosa, vigilante durante toda la noche, madre de los sueños, amable eliminadora de las preocupaciones con el olvido, dueña de la calma de las fatigas; otorgadora del sueño, amiga de todos, conductora de caballos, res­plandeciente durante la noche, imperfecta, esto es, en sí terrenal y celeste a la vez. Con movimientos circulares dan­zas en persecuciones que recorren los aires, tú, que des­pides la luz al Tártaro y, a tu vez, te refugias en el Hades, porque la terrible necesidad lo domina todo. Ahora, afor­tunada, te invoco, felicísima y grata a todos, acogedora, escucha mis voces de súplica, ven propicia, te lo ruego, y aleja los temores que aparecen al resplandor de la noche.
Himno Órfico a la Noche