martes, 24 de enero de 2017

De la oscuridad, la luz


Soy de esas personas que un buen día se dan cuenta de que tienen mil historias que contar y no tienen a quién contárselas en realidad.

De la oscuridad, prefiero la luz. Sería una historia digna de contar, lástima.

lunes, 9 de enero de 2017

Todo lo que tengo

Todo lo que tengo, lo que tuve y lo que tendré está en mi ser. Me pertenece como me pertenecen mis emociones, mis sentimientos, mis caminos internos, mis intuiciones.

En estos meses, he estado pensando seriamente muchas cosas. Entre ellas cerrar mis redes, mis blogs, mis espacios virtuales, recoger mi mochila de sensaciones y andar para adentro.

Al final, todo lo que tengo, está en mi.

domingo, 1 de enero de 2017

Dame la mano

Dame la mano que contigo es más llevadero
este camino que conduce del cielo al infierno
en mis descuidos no me tomes muy en serio...


No me sueltes de la mano, Diosa Mía, Dios Mío, Espíritu que habitas en el Centro mismo de todo el Universo, Esencia pura, Inteligencia Sentiente, Expandida e Inmóvil. Potencia del Ser, Ontología Desmedida. No sueltes mi mano temblorosa, en los momentos de flaqueza y desgarro. En las alegrías que enarbolo como bandera cuando río detrás de mi tristeza. No me sueltes la mano, porque siento Tu presencia en el latir de mis venas. 

No me sueltes la mano, que sin ti me pierdo. 

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Haberlas, haylas

Estaba sentada, con mi almohada entre las piernas, porque me gusta tener un almohada de no dormir, de tener en brazos, pensando sobre las señales. Porque haberlas, haylas.

Hace unos años, estaba sentada con un buen amigo al que vamos a llamar R. Estábamos en uno de esos bares que seguro que tiene otro nombre, pero en mi casa se conoce como Las Chicas, y que desde luego no es el bar al que uno entra a tomar un café casi nunca, pero ese día, sí R y yo nos sentamos a tomar un café. El suyo con leche, cortado, el mío sólo con hielo. No recuerdo como el giro de la conversación nos llevó a esa frase que dije de modo casual, mirando mi taza: Me inicio el mes que viene.

Decir que R se enfadó es mucho decir, pero sí recuerdo su cara, el tono de su voz grave mientras me preguntaba dónde y por qué. Luego tras un silencio nada incómodo, porque con R es difícil que el silencio se haga incómodo, me dijo que yo no necesitaba que nadie reconociera nada de lo que ya sabía y hacía.

No era por eso. R no lo entendía muy bien. Tampoco yo podía explicarlo en realidad. Pero R me hizo pensar en ello muchas veces esa noche, aunque el tema de la conversación divagó a otros temas. Y pese a que R se inició un tiempo después en otra Tradición, nunca más hablamos de ello.

En esa noche, acostada en una cama que no era la mía, pensé mucho en esa charla, y pedí una señal, algo que me confirmara que daba el paso que los Dioses querían de mi, saber que estaba en el camino correcto. Y soñé.

El sueño, que no vamos a entrar a detallar hablaba de muchas cosas, algunas señales evidentes o eso me parecieron. Señales de ese paso. Señales de otras cosas que sólo el tiempo ha ido esclareciendo, porque aunque las hay, las señales se entienden, o yo las entiendo, mejor a toro pasado.

Estaba pensando en esto, porque ahora, busco una señal, algo que de verdad me diga: salta de una vez. Para que cuando lo haga, me estrelle o no, sepa que tomé la decisión correcta para ese momento y ese lugar.

miércoles, 17 de agosto de 2016

Unas palabras

Hace muchos años, puede que no tantos, mi abuela arrancó a hablarme sin que yo hubiera dicho nada antes. Recuerdo que hacía mucho frío ese día, y yo estaba realmente contenta porque había llovido. Ella me miró, con esos ojos que han visto pasar más de 9 décadas y me dijo algo como: “Nunca corras detrás de la gente que ya sabe dónde estás”.

Entonces, debo reconocerlo, no la entendí. Nunca he sido una persona de esas que corren tras otras, temiendo perderlas. Tampoco lo había pensado nunca después, porque son de esas cosas que uno olvida y, luego, un buen día, te despiertas y lo recuerdas sin motivo aparente.

Nunca corras detrás de la gente que ya sabe dónde estás.

Pues sí.

jueves, 11 de agosto de 2016

Perséidas

Salgo descalza como cada noche a regar el patio. La Luna me guiña el ojo encima de los tejados. Como todas las noches busco Sirio, luego Orión con su cinturón e Ingolube, el Dragón, Casiopea… ahí están la Osa Mayor y la Osa Menor, y las Perséidas, que caen sobre el manto oscuro. Me pregunto cuántas personas hoy miran al cielo en busca de una de esas Perséidas, y se olvidan de mirarlo cada noche, sin saber que el cielo es siempre un espectáculo maravilloso. Riego las plantas, le guiño el ojo a Sirio, y regreso dentro, maravillada de la existencia, sabiendome afortunada por no tener que mirar al cielo sólo en un día especial.

viernes, 5 de agosto de 2016

La caída de la noche


La caída de la noche despierta mil sonidos nuevos, ajenos a la luz que se mueve en los días y sus sombras.

Es en ese momento, en que todo el mundo duerme, cuando los sentidos se agudizan y las almas se comunican. A veces en sueños, a veces en ensueños.

Y es que hay una magia especial, cuando el astro rey se despide en el horizonte, y lo tiñe todo de naranjas que se evaporan en el canto de los pájaros que se acurrucan en las ramas de lo árboles dormidos.

A la caída de la noche, cuando los párpados ya no soportan más tiempo abiertos, y en noches como estas, en las que duermo como si el fin del mundo estuviera a unos minutos, pienso justo antes de dormir: por favor, otra vez no.

Pero en mis sueños regreso, y veo otra vida, que no tendré, y vuelo alto, lejos, dónde los Dioses me muestran atisbos de verdades, mentiras, silencios y extraños momentos.

Justo antes de soñar, de caer en los brazos de Morfeo, que a veces me esquiva, pero ahora no, suspiro hondo, porque no entiendo. Y agradezco no entender. Y me pierdo en tus silencios obstinados, cargados de dolor y punzadas en el alma, y después… Sueño. Y al despertar, la maraña me puede, y voy tirando de los hilos de mis enredos, que no son pocos.

Y mientras algún Dios, susurra cosas que no comprendo del todo, intento buscar la luz, esa que se enciende en todos, a la caía de la noche.