Hace unos días, una persona me preguntaba sobre la gerontocracia y
la relación que tenemos con la vejez. Esto venía a raíz de unas palabras
que di en respuesta a otra persona muy querida en el programa de radio
Voces Paganas el pasado año. Él, mucho más disciplinado que yo, -cosa
para la que no hay que ser muy especial- había copiado el texto de mi
intervención que dice: Creo que no se puede generalizar, ni decir si
una sociedad avanza o se desarrolla en un sentido o en otro, porque
siempre habrá quien no vaya en ese sentido. Yo siempre digo, y mis
estudiantes del Templo se ríen, que sólo los peces muertos siguen la
corriente. Entonces, creo que en general, la sociedad, no tiene una
buena relación con la vejez, tendemos a pensar que las personas mayores
ya son estorbos o que no rigen de la manera correcta, o que ya han
vivido, ya no pueden entender porque su bagaje quedó atrás y ya no
pueden asumir determinadas cosas. No creo que todo el mundo sea así, no
creo que sea tan sencillo (…) creo que hay gente que sí tiene esa
capacidad de crecer y de seguir evolucionando, y convertirse
precisamente en esos ancianos sabios, y creo que hay otra gente que no,
pero que no se puede generalizar. Cuando nosotros en el libro hablamos
de esa gerontocracia, hacemos un poco referencia a esto, a la
diversidad, y a la necesidad que hay un poco de volvernos hacia los
mayores de la manera correcta, o de entender de manera correcta, como
son personas sapientes, que han desarrollado todo su potencial, y que
tienen una experiencia maravillosa, que han tenido una vida, que nos dan
mil vueltas, que tienen mil ideas, y todo lo que tú has pasado ellos ya
lo han pasado antes, ya lo han vivido antes, y se nos olvida
escucharlos en todos los aspectos en nuestra vida diaria, y en nuestra
vida espiritual. Se nos olvida que ellos ya pasaron por eso.
Y es que, el bagaje que dejan nuestros mayores en la sociedad, en cada uno de nosotros es realmente importante. Son el comienzo de lo que somos ahora, porque sólo somos el continuar de sus caminos.
En cierta forma, somos hijos del pasado.
Y es que, el bagaje que dejan nuestros mayores en la sociedad, en cada uno de nosotros es realmente importante. Son el comienzo de lo que somos ahora, porque sólo somos el continuar de sus caminos.
En cierta forma, somos hijos del pasado.