jueves, 19 de mayo de 2016

De otras voces y otras vidas

Hace unos días, una persona me preguntaba sobre la gerontocracia y la relación que tenemos con la vejez. Esto venía a raíz de unas palabras que di en respuesta a otra persona muy querida en el programa de radio Voces Paganas el pasado año. Él, mucho más disciplinado que yo, -cosa para la que no hay que ser muy especial- había copiado el texto de mi intervención que dice: Creo que no se puede generalizar, ni decir si una sociedad avanza o se desarrolla en un sentido o en otro, porque siempre habrá quien no vaya en ese sentido. Yo siempre digo, y mis estudiantes del Templo se ríen, que sólo los peces muertos siguen la corriente. Entonces, creo que en general, la sociedad, no tiene una buena relación con la vejez, tendemos a pensar que las personas mayores ya son estorbos o que no rigen de la manera correcta, o que  ya han vivido, ya no pueden entender porque su bagaje quedó atrás y ya no pueden asumir determinadas cosas. No creo que todo el mundo sea así, no creo que sea tan sencillo (…) creo que hay gente que sí tiene esa capacidad de crecer y de seguir evolucionando, y convertirse precisamente en esos ancianos sabios, y creo que hay otra gente que no, pero que no se puede generalizar. Cuando nosotros en el libro hablamos de esa gerontocracia, hacemos un poco referencia a esto, a la diversidad, y a la necesidad que hay un poco de volvernos hacia los mayores de la manera correcta, o de entender de manera correcta, como son personas sapientes, que han desarrollado todo su potencial, y que tienen una experiencia maravillosa, que han tenido una vida, que nos dan mil vueltas, que tienen mil ideas, y todo lo que tú has pasado ellos ya lo han pasado antes, ya lo han vivido antes, y se nos olvida escucharlos en todos los aspectos en nuestra vida diaria, y en nuestra vida espiritual. Se nos olvida que ellos ya pasaron por eso.

Y es que, el bagaje que dejan nuestros mayores en la sociedad, en cada uno de nosotros es realmente importante. Son el comienzo de lo que somos ahora, porque sólo somos el continuar de sus caminos.

En cierta forma, somos hijos del pasado.