lunes, 6 de marzo de 2006

Usar magia

Decía Yaya Cervieja, la bruja por excelencia para cualquier persona que quiera entender la brujería:

Si el Creador hubiera querido que usáramos la magia o la brujería para mover rocas, no habría inventado las palas. Ser bruja consiste en saber cuándo hay que usar una pala.

 Y es que  a veces, creo que no consideramos adecuadamente las cosas, sino que tendemos a buscar la vía fácil que nos solvente los problemas sin más. ¿Esto es un error? Entiendo que cada persona debería hacer su propia valoración sobre esto, y que no hay -como suele pasar en casi todo en la vida- una respuesta válida y certera para todos. Pero. Siempre hay un pero. Pero es que las circunstancias que vivimos, son enseñanzas y resultado de nuestras acciones, decisiones y pensamientos. Es lo que nos ayuda, en gran medida, a crecer y desarrollarnos en todos los ámbitos de nuestro ser. Si a esto sumamos que lo que con magia haces, con magia mantienes, creo que es necesario hacer un momento de balance ante cada circunstancia y pensar si ya hice todo -pero todo- lo que está en mi mano para solventar la situación. ¿He agotado ya todos los medios? ¿Soy consciente y asumo la responsabilidad que me corresponde de esta situación? ¿He pensado ya en las implicaciones, puedo tomar todas las responsabilidades que conlleva este trabajo mágico y estoy completamente preparado para asumir todas y cada una de las consecuencias que traiga consigo? ¿Me he parado a pensar en las posibilidades y repercusiones de lo que voy a hacer?

Finalmente, uso magia cuando ya he pasado por ese proceso interior, y tomo consciencia. Mas que el cuándo debo o no debo usar magia, es quizás el valorar  primero, pese a que a veces, la magia misma se destila desde el ser propio del practicante. Quizás porque la pregunta está mal planteada y no es ¿cuándo usar magia? sino ¿cuándo no usarla?

Y la respuesta, para mi es esa: cuando no hay una pala.